La Federación Australiana de Ciclismo eligió hace algo más de un año el nueve histórico del país que representa en el ámbito ciclista. Dicho nueve estaba compuesto por Cadel Evans, primer australiano en ganar el Tour de Francia, Phil Anderson, cinco top-10 en los años ochenta (ambos siendo líderes del equipo); como gregarios, Richie Porte y Michael Rogers; las volatas para Robbie McEwen y sus doce triunfos de etapa en el Tour; como lanzadores para los sprinters, Bradley McGee y Mark Renshaw; Simon Gerrans como experimentado del equipo y para finalizar, Sir Hubert Opperman, uno de los pioneros australianos en este deporte. De los nueve nombres, cuatro están activos y otros tres se podrían considerar cronológicamente recientes. En definitiva, el ciclismo australiano vive su momento de apogeo.
Corría el año 2009 cuando Evans instauró su nombre en el prestigioso Tour de Francia. Ya había hecho anteriormente méritos suficientes para labrarse un nombre como fue el Campeonato del Mundo de 2009 en ruta. Evans se erigió en el ciclista aussie por excelencia pero detrás de él, ya venían ciclistas destinados a elevar el nombre del país de las antípodas a lo más alto. Richie Porte, Michael Rogers, Simon Gerrans, Matthew Goss, Adam Hansen, Mark Renshaw… son algunos de los veteranos corredores que han llevado a Australia a forjar una historia en la carretera. A ellos, se les unen una camada exquisita de jóvenes talentos como son los Ewan, Haig, Edmondson y que también contaba con Power y Flakemore que por diferenteres circunstancias han aparcado ese camino hacía la cúspide ciclista. Dennis y Matthews son ya jóvenes instalados en la élite.
La pista parece ser el eje sobre el que gira el talento nacional. La mayor parte de estos ciclistas han sido forjados en los velódromos nacionales y, por supuesto, se continúa haciendo. Pero lo que presumiblemente se tienen que definir como rodadores, adquieren habilidades de todo tipo, ejemplo de Ewan, el sprinter del futuro (presente).
Pero lo que de verdad está llevando consigo Australia es una cultura ciclista: los éxitos no son más que la rúbrica del trabajo bien hecho. La labor en la base se ve recompensada con una más que visible sucesión de los ciclistas nacionales, que ya ayudan a situar a Australia octava en la clasificación UCI por países de 2015, por delante de Alemania. En el número de victorias, sextos con 56, igualando el registro de 2014, aunque destacar que 17 de ellas llegaron en el World Tour.
Desde hace tiempo, hablar de Australia evoca al Orica Green-Edge (también en apartado femenino con el Orica-AIS), la otra muestra de que los aussie son ya una fuerza considerable en el ciclismo. A partir del 2012, la plantilla del Orica ha combinado patriotismo con éxito, receta que no es siempre fácil de conseguir pero que en su caso les ha valido, entre otras cosas, monumentos del ciclismo y etapas en las tres grandes vueltas, incluidos éxitos en cronos por equipos de Giro y Tour, una gran reválida de cualquier equipo que quiera ser denominado como tal. Este año acaba el conjunto patrocinio pero no parece que este proyecto tenga fin. Indicar que en categoría Profesional Continental se haya el también bloque australiano del Drapac.
Por último, al cóctel de ciclistas y equipo se le une la proyección nacional con carreras: el Santos Tour Down Under es ya fecha clave en el calendario ciclista con el inicio del World Tour. El excelente tiempo que acompaña a los ciclistas, unido a la exigencia de las reglas UCI, han otorgado un estatus a esta prueba de la que se han aprovechado otras competiciones como son los propios nacionales (que cuentan con los mejores ciclistas), la Cadel Evans Great Ocean Road Race o el Herald Sun Tour, con conjuntos World Tour en ellas.
En resumen, Australia ha conseguido llevar el ciclismo a su zona a pesar de que los orígenes de este bien alejados estén de ellos geográficamente. No sólo eso sino que parece que el nombre aussie estará en lo alto más pronto que tarde. Al menos, con el Santos Tour Down Under, ya lo han logrado este mes de enero.
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