Enamorarse en julio

Enamorarse. ¿Qué bonita palabra, verdad?

«Enamorarse» es algo que los entendidos en la materia dicen que sucede de la forma más inesperada posible y que el amor aparece cuando menos te lo esperas. Sin embargo a algunos nostálgicos, el amor siempre nos llega año tras año por las mismas fechas.

Además, por si fuera poco, siempre nos llega de la misma forma. El mismo rostro, el mismo estilo, el mismo nombre, y el mismo final en la ciudad del amor y en los campos elíseos es el que se repite una y otra vez cada año con la llegada del mes de Julio.

Algunos dirán (sin que les falte razón) que ese amor es muy breve, pero yo les diré que ese amor es muy muy intenso y que pese a que cada año solo dura 23 días a muchos nos tiene robado el corazón desde hace bastantes ediciones.

A veces sobran las palabras.

La historia de amor de quien escribe estas lineas con el Tour de Francia viene de lejos y de lo único que se arrepiente un servidor es de no haberse enamorado antes.

Corría el año 2001, cuando con apenas ocho años lo conocí por primera vez.

Recuerdo perfectamente como mi padre estaba mirando la 2 de televisión española y me interese sobre que era aquello que estaba viendo. Sobre porque eses hombres andaban en bicicleta y porque algunos vestían con los mismos colores. La lluvia de información fue impresionante. Por primera vez en mi vida escuche palabras por parte de mi padre como «Maillot amarillo»  «gregario»  «escapada» «pelotón» o supe que ese  maillot tan chulo con topos rojos era para distinguir al líder de la montaña.

Aquella tarde de verano, en julio de 2001. Cambió mi vida. Conocí aquello que más me gusta en esta vida y por lo que sigo babeando día tras día. Conocí mi pasión.

Conocí el ciclismo. Y conocí el ciclismo de la mejor forma posible. De la mano del más grande, de la mano del Tour de Francia.

Ese Tour de Francia marco un antes y un después en mi vida.y aunque tarde 9 veranos más a conocerlo en persona, des de entonces hasta ahora no me he vuelto a despegar de él. Por eso y porque no me imagino un verano sin Tour es inevitable que cada mes de Julio me ilusioné como si fuera el último.

Mi amor y mi pasión por el ciclismo se que a mucho les parecerá exagerada u obsesiva. Sinceramente me da igual. Lo que si os puedo asegurar es que si todo el mundo encontrará la misma pasión en alguna cosa y sintiera lo mismo que siento yo con el ciclismo, al menos,  muchos verían la vida de forma diferente.

El Tour seguramente no sea para muchos la mejor carrera del año, ni la más espectacular. Para otros seguramente sea la más mediática. Pero para mi no es nada de todo esto. Para mi el Tour es diferente, para mi el Tour es el principio. Para mi el Tour lo es todo.

Así que con estas líneas solo quería celebrar con vosotros que 15 años después ese amor a primera vista sigue latiendo más intensamente que nunca.

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