Henao se lleva una París-Niza antológica

Histórica, antológica, apasionante, memorable… pónganle el adjetivo que quieran a esta París-Niza. El que más les guste. De lo que no cabe duda es que esta edición de la carrera francesa, la 75º, ha pasado a la historia como una de las mejores que se hayan disputado nunca. Abanicos, lluvia, contrarreloj, montaña, sprints agónicos, ataques lejanos… no ha faltado un sólo ingrediente en esta semana de ciclismo puro que hemos vivido y disfrutado, en la que el ganador final de la carrera del sol no se decidió, literalmente, hasta el último metro de la última etapa.

La carrera no pudo empezar más intensamente, con una etapa, con salida y llegada en Bois-D’Arcy típica de la París-Niza: 148 kilómetros llanos bajo la lluvia y con un aire atroz que destrozó el pelotón. La FDJ, a falta de 50 kilómetros, se puso a tirar a bloque y reventó la carrera. Alberto Contador y Richie Porte, junto con Romain Bardet, quedaron cortados. Por delante se marchaban, entre otros, Julian Alaphilippe, Tony Gallopin, Ilnur Zakarin, Ion Izagirre y Sergio Henao. La FDJ y el Quick-Step, que metieron prácticamente a todo el equipo delante, provocaron que la diferencia entre los dos grupos llegara a sobrepasar el 1:20. Podía ser el fin de las aspriraciones de muchos ciclistas al maillot amarillo. Pero delante, a medida que fueron descolgándose ciclistas, perdieron fuelle poco a poco hasta que sólo Sky tiraba. Además, el viento volvió a cortar el grupo delante, y Zakarin e Izagirre, que habían logrado filtrase en la escapada, quedaron cortados. El equipo Katusha, que tenía a Tony Martin en el segundo grupo, comenzó a tirar cuando Zakarin fue capturado, lo que produjo que la diferencia bajara considerablemente. Pero no sólo delante sufrían los estragos del fortísimo viento; un nuevo bandazo en el grupo trasero provocó que Contador se quedara sin compañeros y que Bardet se fuera al suelo. El francés, muy descaradamente, se aprovechó de los coches para reintegrarse en un grupo de no más de 10 ciclistas en el que viajaban Contador, Zakarin, Izagirre y Porte. La etapa estaba delante, pero los huecos en la general no iban a ser tan decisivos como en un principio podía parecer, aunque fueron importantes. En un repecho que había en el último kilómetro, Julian Alaphilippe atacó, pero Arnaud Démare, muy fuerte, no se puso nervioso y cerró el hueco con aparente facilidad. El corredor galo calculo la distancia a la perfección e hizo valer su condición de sprinter para ganar la etapa y, consecuencia de ello, hacerse con el maillot amarillo. Alaphilippe sumaba otro segundo puesto en una carrera World Tour y, 9 segundos después, Alexander Kristoff ganaba el sprint de un grupo minúsculo en el que entraron Sergio Henao y Daniel Martin, los principales beneficiados de la jornada en lo que a la clasificación general respecta. Gorka Izagirre, que se metió en el grupo delantero en los abanicos, entró a 37 segundos. Su hermano Ion, que en un primer momento también viajaba en el primer grupo pero se descolgó después, entró con Contador a 1:04. Porte y Zakarin, impulsados por Bardet, abrieron hueco con el corredor de Pinto en el repecho final, y entraron a 47 segundos. Sin embargo, el corredor del AG2R sería expulsado minutos después tras confirmarse su movimiento ilegal con los coches, donde los utilizó de manera descara para reincorporarse al grupo de Porte y Contador tras haberse ido al suelo. La primera etapa, en teoría favorable para los hombres rápidos, fue finalmente una jornada decisiva para los hombres de la general. Hacía tiempo que no se veía tanta acción en la primera jornada en línea de una París-Niza. Hubo momentos en los que, más que una vuelta por etapas, parecía una clásica de pavés.

Cuánto más dura sea la etapa, mejor se defiende Arnaud Démare, que salió con facilidad al ataque de Alaphilippe en el último kilómetro y le batió con claridad en el sprint final. © A.S.O.

Al día siguiente, a los corredores les esperaba una jornada similar en cuanto a recorrido, aunque más larga, de 195 kilómetros. Volvía a llover, y la temperatura era aún más baja que en el día anterior. En definitiva, un auténtico día de perros. Contador reconoció tras finalizar la etapa que esta segunda etapa fue más dura que la primera, y es que la tensión se mascaba desde el primer metro y, efectivamente, la carrera no tardó en romperse. Volvieron a producirse cortes, con los mismos corredores del día anterior delante y los mismos detrás. Parecía una repetición de la etapa anterior. Sin embargo, tras muchos kilómetros de batalla (unos 120), todos los favoritos estaban juntos, aunque no siempre fue así. Contador, entre otros, volvió a quedar descolgado, pero con la ayuda de su equipo se reincorporó a la cabeza de carrera. La gran víctima del día fue Richie Porte, que se dejó casi 15 minutos en la línea de meta. El australiano, ganador de la Paris-Nice en 2013 y 2015, quedó descolgado en un corte, y no fue capaz de reincorporarse. Sufrió una pájara tremenda, y a pesar de tener a todo su BMC con él, no pudo recortar tiempo y se dejó todas sus opciones en la clasificación general en el segundo día de carrera. Fue a falta de 60 kilómetros para el final cuando la carrera se reagrupó, y no volvió a suceder nada relevante, salvo un intento valiente de Philippe Gilbert de ganar la etapa, pero fue atrapado a falta de 10 kilómetros para el final. El pelotón no superaba las 60 unidades, aunque salvo Porte, todos los favoritos viajaban en él. El sprint fue rarísimo. Sin quitarse los chubasqueros, los velocistas se batieron -sin lanzadores- entre ellos, y salió victorioso un sorprendente Sonny Colbrelli, que batió por los pelos a John Degenkolb y a Démare, que se aseguraba el maillot amarillo una jornada más. El italiano, muy emocionado, se puso a llorar como un niño tras ganar la etapa. «Es la mejor victoria de mi carrera» decía después el ciclista del Bahrein-Merida, que se ha estrenado de la mejor manera posible en su debut con un equipo World Tour. Al contrario que en la etapa anterior, todos los favoritos, salvo Porte, salvaron el día y no perdieron tiempo.

Colbrelli no se creía lo que acababa de lograr. El italiano, muy emocionado, se echó a llorar en cuanto bajó de la bicicleta. © A.S.O.

Por fin, tras dos días de intensa batalla bajo la lluvia por el centro de Francia, el pelotón de la París-Niza tuvo un día relajado: 190 kilómetros sin dificultades entre Chablis y Chalon-Sur-Saone. Pierre Latour y Romain Combaud, los escapados de la jornada, pelearon contra el pelotón y apunto estuvieron de darles un susto a los sprinters, pero fueron atrapados bajo la pancarta del último kilómetro. Sam Bennett, que pese a no tener compañeros que le ayudaran , se colocó a la perfección, lanzó su sprint a falta de 100 metros para lograr una gran victoria de etapa ante los mejores del mundo, como Alexander Kristoff, que fue segundo, y John Degenkolb, tercero. Pese a sorprender a todo el mundo, el corredor irlandés del Bora-Hansgrohe se mostraba confiado en el podium: «tenía mucha confianza en su victoria por como sentía las piernas. Estoy muy contento con este resultado, no te imaginas lo que significa para mi». Démare, sexto en la volata, se aseguraba vestir el maillot amarillo en la contrarreloj del día siguiente.

Un sorprenden Sam Bennett se impuso en el sprint de la tercera etapa ante los mejores velocistas del mundo. © A.S.O.

Aunque fue la primera etapa, la cuarta jornada era, sobre el papel, el primer día importante para los aspirantes a ganar la carrera. 14,5 kilómetros cronometrados, siendo los últimos 2,5 en subida: la crono acababa en el Mont Brouilly, que el año pasado también figuraba en el recorrido de la carrera, pero no pudo afrontarse la subida por la suspensión de la etapa a causa de la nieve. Esta vez, tras el fiasco del año anterior, los organizadores apostaron por una crono, que fue sin duda un rotundo éxito: un recorrido técnico con dos partes bien diferentes, en la que los ciclistas deben saber regularse para llegar con fuerzas al final pero teniendo cuidado de no dejarse demasiado tiempo con los especialistas en el tramo favorable. Todo el mundo señalaba a Contador como el principal favorito para llevarse la victoria de etapa. Efectivamente, cuando parecía que nadie le iba a quitar la victoria al corredor del Trek, al que se le han escapado pocas cronos a lo largo de su carrera que incluyeran algún puerto de montaña, Julian Alaphilippe machacó el cronometro y mejoró el tiempo del ciclista madrileño en 19 segundos. Contador, que había visto como Gallopin se quedaba a 1 segundo de su tiempo, al igual que Gorka Izagirre, se llevó un chasco cuando vio el tiempo de Alaphilippe. El corredor del Quick-Step voló durante la primera parte de la crono, la favorable, y en Mont Brouilly sólo cedió 7 segundos con el de Pinto, que en la subida en si fue el más rápido. Tras muchos segundos puestos, lograba al fin una victoria en el World Tour que traía un premio doble: el maillot amarillo. Démare no tomó riesgos y no corrió para defender el liderato. Con más de 1 minuto de ventaja sobre los escaladores puros, parecía que Alaphilippe podía aguantar y llevarse la carrera, y él mismo reconocía que lo iba a intentar: «cuando estás con el maillot amarillo, no te puedes esconder. Va a haber una gran batalla», decía contento el corredor francés con el maillot amarillo en su haber.

Alaphilippe
Tuvo que ser sobre la cabra donde Alaphilippe, por fin, logró una victoria en el World Tour. El talentoso ciclista francés, por raro que parezca, no había logrado ninguna todavía. © Tim de Waele

La organización de la carrera incluyó otra etapa favorable para los velocistas antes de las tres últimas batallas en la montaña. 200 kilómetros entre Quincié-en-Beaujolais y Bourg-de-Péage, sin dificultades montañosas que derivaron en una inevitable llegada masiva, donde André Greipel, regular como ningún otro sprinter, hizo gala de su punta de velocidad para ganar la etapa. Pese a formarse una fuga numerosa con seis ciclistas, los equipos de los sprinters controlaron bien a los escapados y les capturaron a falta de 20 kilómetros para el final. En el sprint final, el ciclista alemán, que casi nunca se va de vacío de una carrera, ganó con claridad ante Démare y Dylan Groenewegen. Michael Matthews sacó la cabeza por primera vez esta temporada y fue cuarto en el sprint, por delante de un John Degenkolb que no mostró el nivel de etapas anteriores. Los hombres de la general, sabedores de lo que les esperaba los próximos tres días, no sacaron la cabeza en ningún momento.

Greipel
Greipel nunca falla. El sprinter alemán sumó su victoria parcial en la quinta etapa. Es un seguro de vida. © A.S.O.

Y comenzó la batalla final. Tres etapas para decidir el ganador de lo que estaba siendo una París-Niza excelente que acabó siendo histórica. La primera jornada de montaña finalizaba en Fayence, en un muro bastante utilizado en esta carrera. Allí ganó Luis León Sáchez en 2009 el día de la famosa pájara de Contador, y fue también el lugar en el que Carlos Betancur cimentó su victoria final en el año 2014. Esta vez, antes de afrontar el muro de 1,2 kilómetros, los corredores debían pasar dos veces por el Col de la Bourigalle, un puerto de primera categoría. Contador lanzó un ataque duro en cuanto llegó a la primera rampa en el primer paso por el puerto, pero al ver que Martin y Henao salían con facilidad, paró.

Sergio Henao logró unos segundos en la meta de la sexta etapa que acabarían dándole la victoria final. El colombiano fue el más regular durante toda la carrera, y ahí estuvo la clave de su victoria. © A.S.O.

Sky y Quick Step seleccionaron la carrera durante las dos ascensiones al Col de la Bourigalle, y fue justo en los últimos metros del segundo paso por el puerto donde Simon Yates, aprovechando el típico parón que se produce cuando un grupo pequeño corona un puerto y los corredores aprovechan para comer y coger aire, donde el británico del Orica-Scott atacó. Salió con fuerza y decisión, y en pocos metros tenía más de 20 segundos de ventaja. Yates aumentó la diferencia en el descenso, y en llano previo al muro final dejó sentenciada la etapa. La victoria era suya. Afrontó la ascensión con 50 segundos de ventaja, tiempo de sobra para subir con calma. Yates, que el año pasado dio positivo en esta carrera y a consecuencia de ello fue sancionado varios meses sin competir, celebró con mucha rabia el triunfo. Por detrás, Sergio Henao abrió hueco con el resto de favoritos en el tramo más duro (con rampas de hasta el 17%) de Fayence, y cruzó segundo la línea de meta. Richie Porte llegó a 9 segundos de Henao, y Alaphilippe, que salvaba el liderato, lo hizo a 11 junto con su compañero Martin. A 15 segundos de Henao entraban el resto de favoritos, con Contador a la cabeza. La general se apretaba con el ataque del colombiano, pero Alaphilippe mantenía el liderato con cierto margen (46 segundos). El francés se defendió con holgura en el primer día decisivo, aunque bien es cierto que la etapa se adaptaba bien a sus características.

Es muy bueno. Simon Yates aprovechó la vigilancia entre los favoritos para escaparse y ganar la sexta etapa en solitario. © A.S.O.

La etapa reina de esta edición de la París-Niza llegaba el séptimo día. La carrera llegaba al Col de la Couille, un puerto de primera categoría de 17 kilómetros, a 1678 metros de altitud: la máxima en toda la historia de la carrera. Antes, los corredores debían enfrentarse a otro puerto de primera categoría, el Col de Saint-Martin, que formaba un encadenado perfecto con el Col de la Couille. Además, en los primeros kilómetros de la etapa, había dos puertos más: uno de segunda categoría (la Cote de Gattières) y otro más de primera (el Col de Vence). En Saint-Martin, el ritmo cuartelero del Sky hizo sufrir a Alaphilippe, que no se descolgó de milagro. Otros hombres que estaban muy arriba en la general, como Gorka Izagirre o Tony Gallopin, también pasaron penurias para aguantar el primer puerto. El pelotón, bastante mermado, afrontó el descenso con calma, preparándose para lo que venía por delante. Sky marcó el ritmo durante los primeros kilómetros de la subida final, hasta que Contador puso a tirar a un soberbio Jarlison Pantano, que destrozó el pelotón, incluyendo a los gregarios de Henao. Sólo los mejores escaladores aguantaron el ritmo del colombiano. Alaphilippe y Gallopin cedían, y los hermanos Izagirre y Zakarin no tardaron mucho en descolgarse también. A falta de poco más de 3 kilómetros para el final, tras una suave aceleración de Jakob Fuglsang, Contador lanzó su primer ataque, aunque sin mucha decisión. Sólo Porte y Henao aguantaron al madrileño, al que se le veía un tanto indeciso; estaba lejos de Henao en la general y no quería que se le escapara el triunfo de etapa, pero tampoco quería renunciar al maillot amarillo.

Aprovechando la confusión del madrileño, Porte atacó y cogió metros de ventaja. Contador no quiso salir y se quedó con Henao, y el corredor australiano, muy lejos en la general tras el descalabro de la segunda etapa, se marchó a por la etapa. Contador, sabedor de que había dejado escapar a Porte y con ello la victoria de etapa, puso ritmo, e inexplicablemente, recibió relevos de Henao, al que le hubiera bastado con mantenerse a rueda del ciclista del Trek, su rival directo, y nadie le podría haber reprochado nada. Él era su mayor rival, y no tenía por qué ayudarlo. Pero no lo hizo, y sus ayudas dieron aire a un Contador que atacó con todas sus fuerzas en el último kilómetro. Porte ganó la etapa con tranquilidad, resarciéndose así del mal día que sufrió en la segunda etapa entre el agua y el aire del corazón de Francia. Contador era segundo, a 21 segundos, mientras que Martin, que subió a ritmo y fue de menos a más, adelantaba en el último metro a Henao para hacerse con la tercera posición de la etapa, que se dejaba 11 segundos con Contador. El corredor del Sky se hacía con el liderato con un margen que inspiraba al optimismo: 30 segundos sobre Martin y 31 con Contador. Por delante, sólo restaba una etapa más, la típica jornada por los alrededores de Niza, plagada de pequeñas subidas que a Henao le vienen mejor que las grandes montañas. Pero, como reconoció al día siguiente… nunca te puedes fiar de Alberto Contador.

Tras el descalabro de la segunda etapa, Porte se recompuso y mostró su mejor versión en la etapa reina, donde sumó su cuarta victoria de la temporada. © A.S.O.

La última etapa de la París-Niza está planteada para ver batalla: cinco puertos de montaña en 115 kilómetros. Los tres primeros (la Cote de Levens, la Cote de Chateauneuf y el Col de Calaïson) de segunda categoría; los dos últimos (la Cote de Peille y el mítico Col d’Eze), de primera. Como siempre en esta etapa, la fuga fue numerosa: 24 corredores se metieron en la escapada. Pese a ello, nunca llegaron a tener más de dos minutos de ventaja sobre el pelotón, en el que Sky pero sobretodo Trek tiraban con fuerza. Contador, como el año pasado, no se iba a rendir. Es más, hizo exactamente lo mismo: atacar a más de 50 kilómetros para el final en Peille. En cuanto llegó la primera rampa del puerto, puso a tirar a Pantano a todo gas. El colombiano hizo los tres primeros kilómetros del puerto a toda marcha, y sólo los mejores escaladores pudieron aguantar el ritmo. En cuando Pantano se apartó, Contador atacó.

No miró para atrás. Contador atacó a 50 kilómetros para el final en la última etapa y sólo en la meta miró para atrás. 2 segundos le faltaron para completar lo que habría sido una gesta para la historia. © A.S.O.

Henao pudo responder momentáneamente, pero el ciclista de Pinto soltó al colombiano y se marchó en solitario en busca de los escapados. Contador coronó Peille en cabeza de carrera, con 20 ciclistas a su rueda, y con 30 segundos de ventaja sobre Henao, al que sólo le quedaban dos compañeros. En el descenso, y con la ayuda esporádica de Michael Matthews y los dos ciclistas del UAE Abu Dhabi presentes en la escapada, Contador llevó su ventaja hasta los 50 segundos, y comenzó a escalar el Col d’Eze con esa ventaja. Pero las piernas, pese al descenso largo que acababan de afrontar, estaban pesadas tras el tremendo esfuerzo acometido en el puerto anterior. Sólo David de La Cruz y Marc Soler aguantaron el ritmo de Contador, que apenas pudo aumentar su renta con Henao: llegó a los 55 segundos, pero no pasó de ahí. En los últimos compases del puerto, Soler atacó y coronó en solitario Eze. De la Cruz, una vez superado el puerto, relevó a Contador, que estaba agotado. El madrileño bonificó 2 segundos en el sprint intermedio situado justo antes del descenso del Col d’Eze, y con la ayuda de De la Cruz dieron caza a Sóler poco después.

La etapa estaba entre ellos tres, pero por detrás, la diferencia caída poco a poco. Henao, estaba logrando reducir la diferencia bajando a toda velocidad, y cuando tenía a Contador a 35 segundos, el equipo Bahrein, que tenía a su sprinter Colbrelli en ese grupo, puso a Ion Izagirre a tirar. Ahí estuvo la carrera. Contador empujó como un poseso hasta el final. De la Cruz, que guardó fuerzas en el Col d’Eze permaneciendo inteligentemente a la rueda del corredor de Pinto, ganó la etapa con facilidad. Sóler, desfondado tras su ataque en la parte final del puerto, no pudo sprintar. Contador se llevó los 6 segundos de bonificación del segundo puesto. Sumados a los 2 que consiguió en el sprint intermedio, necesitaba que Henao llegara a 23 segundos para arrebatarle el amarillo. Llegó a 21. La entrada de Izagirre en los relevos le dio la París-Niza a Sergio Henao, que no cabía en si de orgullo en la meta: «es la mejor victoria de mi carrera, y ganarla en el último metro es simplemente increíble. Fue duro, pero sabía que tenía que darlo todo por mi y por todo el ciclismo colombiano». Contador, por su parte, sonreía, contento por lo que acababa de hacer, pero fastidiado por los 2 segundos que le separaron de la victoria final. El año pasado llevó a cabo exactamente la misma estrategia, y la emoción fue máxima hasta el final. Fue otro Sky, Geraint Thomas, el que le privó de la victoria, por 4 segundos. Esta vez fueron 2. «Estoy feliz, mi condición es buena y he disfrutado mucho hoy», decía un resignado Contador, que acumula seis segundos puestos en 2017. Por su parte, Daniel Martin lograba la tercera posición en la general, su primer podio en una carrera World Tour en muchos años. El irlandés, muy regular durante toda la semana, cedió la segunda plaza con Contador en el último día, pero no tuvo problemas para mantener el podio. Julian Alaphilippe se llevó la clasificación de la regularidad por delante de Contador, que se quedó a sólo 1 puntos del francés, que también se llevó para casa el maillot blanco que lo acredita como mejor joven de la carrera. El maillot de la montaña fue para el combativo Lilian Calmejane, que cimentó su victoria en esta prestigiosa clasificación en la etapa reina y la aseguró en el último día, pasando en primer lugar en lo tres primeros puertos de la etapa.

Aguantó en el col d’Eze a rueda de Contador y remató en Niza. De la Cruz logró una prestigiosa victoria que lo reafirma como uno de los grandes baluartes del ciclismo español de cara al futuro. © A.S.O.

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