El pasado miércoles conocíamos a primera hora de la mañana, en una serie de coordinados y siniestros comunicados por parte de la UCI y del Sky, el resultado anómalo de Chris Froome en un control antidopaje realizado el pasado 7 de septiembre durante la disputa de la Vuelta Ciclista a España. Al cuatro veces campeón del Tour de Francia y, desde hace tres meses, también campeón de la carrera española (veremos por cuanto tiempo), se le detectaba en su cuerpo una cantidad desorbitada de salbutamol, un broncodilatador que está permitido por la UCI, siempre y cuando no se superen los 1000 ng/ml. Froome duplicaba esta cantidad.
El ciclismo se ha ganado a pulso ser un deporte en entredicho. No eran pocos los equipos en los que hace no demasiados años la droga circulaba como el pan por los supermercados. Ahora bien; el que afirme que el ciclismo sigue en esa situación, miente descaradamente. Este deporte, a día de hoy, no está más sucio que cualquier otro. Es más, yo me atrevería a decir que el ciclismo es hoy en día un deporte bastante más higiénico que muchos otros. El haber sido un deporte tan sucio ha provocado que la vigilancia haya incrementado muchísimo sobre los ciclistas y los equipos; sin ir más lejos, ayer mismo era expulsado de la concentración de su equipo el ciclista español Juanjo Lobato junto con dos compañeros más por tomar medicamentos para dormir sin el conocimiento de los médicos de su equipo, el Lotto-Jumbo.
El resultado adverso de Froome en un control antidopaje es, sin duda alguna, una noticia de alcance mundial. Como también lo han sido muchas otras noticias positivas relacionadas con el ciclismo, a las que no se le ha dado ni la mitad de la mitad de la repercusión que se le ha dado a esta. El periodista deportivo más famoso de España, Josep Pedrerol, abría su editorial informativo en La Sexta el pasado miércoles con la noticia del positivo de Froome en la Vuelta, evento al que dedicaba entre 10 y 15 segundos en sus programas diarios durante la disputa de la carrera. Todos los medios digitales más importantes (El País, El Mundo, ABC, La Ser…etc) tenían el miércoles la noticia en primera plana. La mayoría de ellos, con el engañoso titular «Positivo de Froome en La Vuelta». Para entrar en detalle y saber que el británico había dado positivo por una sustancia permitida dentro de unos límites había que leer la noticia completa. Es decir, que todo aquel al que el ciclismo no le importe demasiado, se queda con que Froome ha dado positivo por una sustancia dopante. Y no es así. Pero el lector pensará «Siempre igual, no tienen remedio». Pero a los medios les da igual. Lo único que les interesa es la audiencia, la repercusión. Todo vale por un clic. Da igual mentir, difamar o no explicar correctamente los hechos. Hay cosas que no se pueden explicar con un simple titular. El ciclismo es mucho más que el dopaje, pero a la mayoría de periodistas/hooligans de este país les da exactamente igual la credibilidad de este deporte. Todo lo que no sea fútbol, Nadal (que no tenis), Alonso (que no F1) y Gasol (que no baloncesto) se la trae, como se suele decir, al pairo.
¿Por qué no hablamos de dopaje en otros deportes? ¿Por qué Pedrerol no habla de los tratamientos físicos que siguen sus adorados futbolistas? ¿Cuántas veces un futbolista se ha recuperado milagrosamente de una lesión muscular y ha jugado como si tal cosa un partido importante? ¿Cuántas veces hemos odio que fulanito se ha infiltrado (algo que, por cierto, está prohibido en el ciclismo) para poder disputar un partido? Miles. Y, quien dice fútbol, dice baloncesto, tenis, natación o cualquier otro deporte. ¿Qué hay de las transformaciones físicas que experimentan los jugadores de baloncesto que pasan de jugar en Europa a la NBA? ¿Cómo es posible que un tenista esté compitiendo de enero a noviembre, sin apenas descanso, sin lesionarse? A base de agua y de pasta no, desde luego. Pero esto no lo leerán en ningún medio importante porque no interesa desmontar el chiringuito.
Deja una respuesta