Tiesj Benoot, el joven ciclista belga del Lotto Soudal (cumplirá 24 años dentro de una semana), ha estrenado su casillero de victorias en el ciclismo profesional en la Piazza del Campo de Siena, una preciosa ciudad medieval ubicada en medio de la Toscana, tras haber protagonizado una exhibición memorable, remontada en solitario incluida, en la parte final de la Strade Bianche, una clásica que a pesar de su juventud (la primera edición se disputó en 2007) es una de las carreras más esperadas y peleadas del año, ya que es prácticamente la única en toda la temporada ciclista que incluye tramos de tierra o de sterrato en su recorrido. Benoot, que hace tres años deslumbró al mundo cuando finalizó quinto en el Tour de Flandes, con tan sólo 21 años y en su primera campaña como profesional, ha tardado mucho, más de lo que cabía esperar, penalizado por su lentitud al esprint, en estrenar su palmarés. Ahora bien, ya lo ha logrado y oigan, de qué manera.
Las previsiones meteorológicas llevaban anunciando toda la semana agua, frío e incluso nieve en los campos de la Toscana. Todo indicaba, y finalmente así ha sido, que esta Strade Bianche iba a ser la más dura y espectacular de su breve historia. La carrera comenzó a seleccionarse desde el primer tramo de tierra, cuando las averías y las caídas comenzaron a mandar corredores a los coches de los equipos. Un dato que describe a la perfección la dureza de esta edición de la Strade Bianche: llegaron a meta 53 ciclistas. Menos de la mitad de los que tomaron la salida.

A causa de las complicadas condiciones meteorológicas, los favoritos tardaron bastante tiempo en dar la cara. En el sector siete de sterrato, de 9,5 Km de longitud, un grupo de 10 ciclistas, con Michal Kwiatkowski, Alejandro Valverde y Wout Van Aert a la cabeza, se separó, más por inercia que por piernas, de lo que quedaba del pelotón. Valverde, muy activo, aceleró un par de veces tratando de seleccionar la carrera, pero sus ataques no tuvieron respuesta y el del Movistar no quiso jugársela en solitario. Primer error. Peter Sagan y Tiesj Benoot, que no se habían metido en el corte, reaccionaron en la parte final del séptimo tramo de tierra y alcanzaron la cabeza de carrera. Romain Bardet, instantes después, también llegaba al primer grupo tras un gran esfuerzo en solitario. Ya fuera del sterrato, el francés no paro una vez tomó contacto con los corredores, no más de 10, que rodaban en las primeras posiciones. Van Aert, muy atento, saltó a por Bardet. Nadie más respondió. El belga, triple campeón del mundo de ciclocrós, bien podía haber salido con el maillot arcoíris. Hubiera dado el pego.

Valverde, Kwiatkowski, Sagan y Zdenek Stybar no se quitaban ojo de encima. Durante el tramo favorable de asfaltado incrustado entre el sector séptimo y octavo de sterrato, la ventaja del dúo de cabeza se disparó hasta el minuto. Una segunda línea de corredores, con Benoot, Giovanni Visconti, Andrey Amador, Gianni Moscon, Pieter Serry, Daniel Oss y Robert Power, se distanciaron de lo que quedaba de pelotón. Minutos después, a falta de 30 kilómetros para el final, comenzó el show de Benoot.
El corredor del Lotto Soudal lanzó un primer ataque al que sólo respondió un sorprendente Serry. Los dos ciclistas belgas se compenetraron a la perfección y recortaron 20 segundos a Van Aert y a Bardet rápidamente. Sin embargo, de vuelta en el sterrato, no se acercaron más al dúo cabecero. A falta de poco más de 20 kilómetros para el final y 40 segundos de ventaja, parecía que la Strade Bianche era cosa de dos. Parecía.

En el penúltimo tramo de tierra (el décimo), relativamente corto (2,4 Km) pero bastante exigente (rampas de hasta el 15% de desnivel), Benoot metió el turbo. Soltó a Serry y se marchó a por los dos ciclistas de cabeza. En 4 kilómetros recortó 40 segundos y antes de encarar el último tramo de sterrato, cazó a Bardet y Van Aert. Restaban 15 Km para el final.
La Strade Bianche parecía decidida entre dos corredores desde hacía muchos kilómetros, pero el ciclismo es un deporte imprevisible y más cuando las condiciones meteorológicas son tan extremas. El undécimo y el último tramo de sterrato, muy corto (1,1 Km), albergaba una rampa del 18% en la que Benoot, absolutamente encendido, aprovechó para atacar. Dejó de rueda con facilidad a Bardet y a Van Aert, que estaba en las últimas y apunto estuvo de perder también la rueda del francés, y se marchó en solitario a por la primera victoria de su carrera profesional. Ahora sí, a falta de 10000 metros para el final, la Strade Bianche tenía dueño.

La otra historia principal de la carrera, la de Valverde, estaba teniendo lugar aproximadamente 1:30 por detrás de Benoot, que pedaleaba como si le fuera la vida en ello. El murciano, fortísimo, atacó en el último tramo de sterrato con la carrera ya perdida. Stybar, al que no le dio el aire en todo el día, se pegó a su rueda y juntos dieron caza a Visconti, Power y a Serry, los tres ciclistas que rodaban entre la cabeza de carrera y el grupo de los grandes gallos. Una vez más, Valverde llegó tarde. Demasiado pendiente de Sagan y Kwiatkowski, no se marchó en solitario cuando tuvo oportunidad. No quiso arriesgar y ni si quiera puso a Amador a trabajar en su favor cuando Van Aert y Bardet comenzaron a distanciarse.
Es un hecho que en las clásicas, cuando el guión es imprevisible, a Valverde le cuesta un mundo ganar. Junto con Benoot, ha sido sin duda alguna el ciclista que mejores piernas ha tenido en esta Strade Bianche pero, de nuevo, su sangre fría le ha jugado una mala pasada y le ha hecho perder una carrera que podría haber ganado perfectamente de haber jugado al ataque. Esperó a los últimos 10 kilómetros y perdió. Soltó con facilidad a Sagan, triple campeón del mundo y especialista máximo en carreras como esta, y sólo un antiguo campeón del mundo de ciclocross como Stybar pudo seguir su rueda cuando Valverde se empleó a fondo.
Ya en Siena, el corredor del Movistar soltó con una pata a sus compañeros en el repecho final y logró una cuarta posición con la que no debería darse por satisfecho. Tenía piernas para haber ganado. Sí, ya se que tiene un palmarés espectacular en el que destacan cinco Flecha-Valona y cuatro Lieja-Bastogne-Lieja. Nadie cuestiona su inmensa calidad (¿quién en su sano juicio lo haría?) como nadie puede poner en duda que es uno de los mejores ciclistas de la historia. Pero ha vuelto a perder una gran carrera, como en su día perdió Mundiales, Giros de Lombardia e incontables victorias de etapa (y quién sabe sino generales) en el Giro, en el Tour y en la Vuelta, por fijarse demasiado en la rueda de sus rivales, abusar de sangre fría y, en definitiva, por no atacar cuando tuvo que hacerlo. Ser cuarto está bien, pero si te llamas Alejandro Valverde es mejor ser décimo-quinto habiendo intentado ser primero.

A todo esto, Benoot marchaba en su galaxia particular. Completó en solitario los 10 últimos kilómetros de la Strade Bianche, no tuvo que torturarse en el repecho final de Siena y celebró con tiempo, y visiblemente emocionado, su primera victoria como profesional. Lo cierto es que pocos se esperaban una victoria así de un corredor que parecía algo estancado. Bardet, que corrió con la actitud que Valverde nunca muestra en las grandes citas, acabó más fuerte que Van Aert en la recta final de la carrera y en Siena distanció al belga para ser segundo. Van Aert, absolutamente reventado, perdió el equilibrio en los últimos metros del muro final y se fue al suelo. Se levantó y apunto estuvo de volverse a caer. El ciclismo te lleva al límite. Pese a todo, consiguió llegar a meta y lograr un meritorio tercer puesto. Cuando de el salto definitivo a la carretera, Van Aert se convertirá en una de las estrellas del pelotón. Sin duda alguna.
Valverde entró cuarto en la línea de meta a 1:15 de Benoot. Visconti fue quinto por delante de un sorprendente Power, que completó una carrera extraordinaria, mientras que Stybar, ganador aquí en 2015, finalizó séptimo. Sagan, que tras un mes de concentraciones en altura volvía aquí a la competición, finalizó en un insípido octavo puesto. El campeón del mundo, que hace unos años acostumbraba a lucirse en la Strade Bianche, ha pasado sin pena ni gloria por una carrera en la que se antoja difícil verle ganar alguna vez. Serry y Gregor Mühlberger completaron el top 10 de la mejor Strade Bianche jamás vista.
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