Y no, no es un halago. Las nueve primeras etapas de este Giro de Italia han tenido, sin excepción, un guión calcado al que suelen presentar las etapas del Tour de Francia en los últimos años: uno aburrido, monótono y repetitivo. Tras el triste inicio de la carrera en Israel, el perfil de varias de las siguientes etapas invitaba a pensar que podíamos tener buenos días de ciclismo por delante; sin embargo, salvando la ascensión al Etna, poco más podemos rescatar de un Giro que está siendo, hasta el momento, una carrera sosa, sosa.
El Giro de Italia aterrizó en Sicilia tras su periplo por Israel para disputar las tres siguientes etapas de la carrera. Sin embargo, y a pesar de que las dos jornadas previas a la ascensión al Etna presentaban un recorrido típico de la primera semana del Giro, plagado de pequeñas subidas, la carrera fue un pim, pam, pum. Fuga, pelotón controlando a placer y, eso sí, kilómetros finales a toda velocidad, con emoción en el desenlace. Tim Wellens demostró en Caltagirone que ya tiene que ser considerado como uno de los mejores ciclistas del mundo en los finales explosivos. El belga midió los tiempos en el muro final como un reloj suizo y ganó con mucha claridad ante Michael Woods y Enrico Batagglin. Precisamente, al día siguiente, en Santa Ninfa, fue Battaglin el que se se hizo con la victoria en una etapa, eso sí, con un final más suave, idóneo para sus características. El italiano, que llevaba cuatro añazos sin ganar nada, volvió a levantar los brazos en su carrera predilecta; de las cuatro victorias que ostenta en su palmarés, tres son etapas del Giro. Giovanni Visconti y José Gonçalves, segundo y tercero respectivamente, no tuvieron nada que hacer ante un superlativo Battaglin, que le dio a su equipo una victoria importantísima. El LottoNL-Jumbo ya ha hecho los deberes en un Giro que, a priori, se antojaba complicado para el conjunto holandés.

El Etna albergaba, por segundo año consecutivo, la primera gran llegada en alto del Giro de Italia. Lo que se antojaba como una etapa aburrida, como suelen ser todas las unipuerto, ha acabado siendo, hasta el momento, la mejor en lo que va de carrera. No por el espectáculo visto en la carretera, que no estuvo mal, sino por la estrategia aplicada por el Mitchelton-SCOTT. Se formó una fuga muy numerosa, con veinte ciclistas, a la que en el último momento, y gracias al impagable trabajo de su compañero Jack Haig, se unió Esteban Chaves. Fueron pasando los kilómetros sin mayor historia hasta que comenzó la ascensión al volcán, por una vertiente que no había sido utilizada hasta el momento. Sergio Henao y Claudio Ciccone fueron, de entre los escapados, los más activos en un primer momento. Sin embargo, nadie pudo seguir a Chaves cuando, a 5 kilómetros para el final, el simpático ciclista colombiano lanzó su ataque. Abrió camino con facilidad y se fue a por la victoria de etapa. Por detrás, en el pelotón, los pocos movimientos que hubo fueron de fogueo. El Astana controló durante la mayor parte de la subida pensando en Miguel Ángel López, que no está teniendo las piernas que todos esperábamos. A falta de 3 kilómetros, el pescado ya estaba vendido. La etapa era de Chaves. Sin embargo, Simon Yates aún tenía algo que decir. El corredor británico atacó a 3 kilómetros para el final. Soltó con facilidad a todos y se fue directo a por Chaves. Le alcanzó, recorrieron juntos los metros finales de la ascensión y entraron juntos en meta. Chaves se llevó la etapa, Yates la maglia rosa y el Mitchelton-SCOTT, una foto para la historia. 26 segundos después entró el grupo de los favoritos, con Thibaut Pinot a la cabeza. Ningún hombre importante cedió tiempo en un día que será recordado por la exhibición de Yates y Chaves.

La primera etapa sobre suelo peninsular (siete días ha tardado el Giro en llegar a la península itálica, nunca había sucedido) era de auténtica transición. 159 kilómetros llanos con un final al esprint cantado, aunque saltó la sorpresa en Praia a Mare; Sam Bennett batió a Elia Viviani y al todopoderoso Quick-Step. Viviani había arrasado en los esprints disputados en Israel, pero en esta ocasión no puedo evitar la victoria del irlandés, que cogió su rueda a la perfección y le remachó en los metros finales para conseguir su primera victoria en una grande.

Dos jornadas con final en alto con un recorrido previo benevolente cerraban el primer bloque de etapas de este Giro de Italia. En la primera de ellas, con meta en Montevergine di Mercogliano, acabamos viviendo un día bonito de ciclismo. La lluvia adornó la ascensión final, en la que Koen Bouwman, que se había metido en la fuga, estuvo apunto de sorprender al pelotón. Pocos contaban con Richard Carapaz, el ecuatoriano del Movistar, que salió como una exhalación cuando quedaba poco más de un kilómetro para el final. Nadie siguió su rueda, y para cuando reaccionaron ya era tarde. Carapaz logró una victoria histórica (la primera de un ecuatoriano en una gran vuelta), con Davide Formolo encabezando un mini pelotón de 28 corredores. Thibaut Pinot volvió a arañar segundos de bonificación con el tercer puesto, mientras que Chris Froome salvó la etapa. El británico se cayó en plena ascensión, en una curva de herradura. Se metió un buen golpe que pagó al día siguiente en el Gran Sasso.

El Gran Sasso. Qué preciosidad de sitio. Qué explanada. Qué valles. Maravilloso. Merece la pena ver la etapa sólo por las vistas. Porque de la jornada ciclista en si, poco que contar, la verdad y por desgracia. De nuevo, fuga numerosa que echó abajó el trabajo del Astana primero y el del Mitchelton-SCOTT después. Fueron pasando los kilómetros como si nada y, de repente, ya estaban los corredores en las vallas de meta. Fabio Aru y Chris Froome empezaron a sufrir ante las aceleraciones de Esteban Chaves y Thibaut Pinot, que atacaron con fuerza pero sin demasiada convicción. Simon Yates, que en un primer momento estuvo más pendiente de controlar a Tom Dumoulin, aceleró a falta de 300 metros. Ganó la etapa y aumentó ligeramente su ventaja en la general. Pinot y Chaves marcaron el mismo tiempo que el británico. Domenico Pozzovivo entró a 4 segundos, con Carapaz a rueda. Tom Dumoulin y Miguel Ángel López entraron a 12. Los grandes damnificados de la jornada, Chris Froome y Fabio Aru, con 1:07 y 1:14 perdidos, respectivamente.

Sigo viendo a Tom Dumoulin de rosa en Roma. El año pasado llegó justo a la recta final del Giro y, sino llega a ser por la contrarreloj final de Milán (y bueno, el famoso episodio del Stelvio), hubiera perdido la carrera. Tiene que llegar al 100% a las últimas etapas y parece que este es el plan que va a seguir. Si resiste en el Zoncolan, tendrá medio Giro en el bolsillo. Además, si la actitud de sus rivales va a ser esta, la de esperar a los últimos kilómetros para atacar, nadie va a desbancar al holandés, que tiene una contrarreloj por delante para masacrar al personal.
Froome y Aru están lejos en la general, aunque sería irresponsable descartarles por completo. Pinot está siendo muy regular pero no da para más, igual que Yates o Pozzovivo. El británico está volando, cierto, pero hasta él sabe que la tercera semana se le va a hacer larga. Miguel Ángel López se ha zampado demasiadas carreras en primavera y está pagando los esfuerzos. Para mí, es Chaves el que más apuros puede causarle a Dumoulin. Ha vuelto a su mejor nivel y tiene un equipazo a su lado. La gran incógnita del Giro, Richard Carapaz. ¿Hasta donde puede llegar? Nadie lo sabe. Ha ganado una etapa y nadie le está soltando en la montaña. Por soñar, que no sea.