La Vuelta y su templanza

Pasados ya unos días desde la clausura de la Vuelta ciclista a España 2019, siento que es el momento de sacar conclusiones con calma y desde la frialdad y objetividad que aporta el paso del tiempo. Y es que tres semanas dan para mucho y cuesta analizar las cosas con perspectiva.

Me haya gustado más o menos, al finalizar una vuelta de tres semanas, siempre me queda una sensación melancólica y nostálgica, pues uno se acostumbra a tener ese acompañamiento diario y, aunque haya momentos para todo, luego ese vacío tarda unos días en llenarse de nuevo con algo diferente, sea o no relacionado con el ciclismo.

Tengo una sensación extraña con esta edición. He leído otras opiniones para ver si mi perspectiva tenía o no sentido, y creo que no me quedo solo esta vez. Según el recuerdo que me venga a la cabeza en cada momento, puedo decir tanto que me ha gustado como que me ha decepcionado. Creo que ha habido de todo. La “a priori” falta de grandes nombres creo que ha afectado más bien poco, al final eso puede incluso aportar menos bloqueo de la carrera.

Algunas cosas me han decepcionado, incluso desesperado. Por otro lado, es justo comentar también que este año hemos tenido bastantes momentos que han resultado muy llamativos y tal vez eso compense parte de todo lo demás. Cada uno sabrá con qué quedarse, por supuesto.

Empezando por lo negativo, ha habido muchos días que me he desesperado ante la falta de ambición de los ciclistas. Tenían ante ellos muchas etapas con terreno que daba para mucho más de lo que propusieron. Como se suele decir, diría que se “han fumado” varias jornadas que, visto el recorrido, incitaban a proponer y probar ataques y estrategias atrevidas. Se ha criticado duramente y en muchas ocasiones con justicia los recorridos de esta carrera durante los últimos años. Creo que en este caso, el recorrido ha estado algo mejor, así que mi crítica se enfoca ahora hacia los propios corredores y sus directores deportivos. Por parte de la organización, sí que hay punto negativo en cuanto al desastre del primer día en la contrarreloj por equipos (menuda forma de empezar, por cierto).

No me olvido tampoco de la polémica, y me disgusta especialmente porque creo que en muchos casos sería fácilmente evitable si existiera una normativa aplicable. Sí, me refiero a la caída masiva camino de Toledo. Parar o no hacerlo, eso es cosa de Movistar, al no haber una norma, ellos pueden decidir y luego asumir que no todos estarán de acuerdo y que tal vez un día se les gire en su contra. Lo inadmisible es la decisión de los comisarios de no apartar los coches para que se produzca el reagrupamiento. Aquí cada uno cuenta su versión y no sé si llegaremos a saber realmente cómo sucedió todo. No deja de ser una lástima que aquello tachara una jornada que estaba siendo preciosa y que instauró un mal ambiente debido a las más que pasadas de tono palabras de Miguel Ángel López.

En cuanto a los favoritos, creo que la lucha final se ha producido entre unos pocos. Así acostumbra a ser, ya que con el paso de los días, siempre se van produciendo debilidades y, como se suele decir en ciclismo, “la carretera pone a cada uno en su lugar”. Sin embargo, podríamos haber visto más cosas interesantes si no hubiéramos tenido casi al mismo tiempo los desgraciados abandonos de Fabio Aru, Rigoberto Urán, Tejay Van Garderen y Nicholas Roche, quien llegó a ser líder de la prueba. Si bien estos corredores partían como hipotéticos «outsiders», ello no quita que le hubieran añadido un punto más picantón a la carrera y al espectáculo en general.

Hablando de los que sí acabaron la carrera, Roglic no me sorprendió en su firmeza. Es justo ganador, porque normalmente el que gana es el más fuerte, pero también porque se mostró muy sólido y apenas sin señales de debilidad. Ganó y sacó distancias en la contrarreloj, y en la montaña, donde supuestamente iba a sufrir, apenas cedió e incluso algunos días sacó tajada. Como detalle de un buen líder que sabe cuando debe buscar alianzas, dejó a Pogaçar ganar una etapa. ¿Le podrían haber apretado más? Seguro. ¿Fue el más fuerte sin discusión? También. Quiero reflejar también que no estoy nada de acuerdo con las críticas que ha recibido por su «frialdad» y por responder tan solo tres preguntas por rueda de prensa concedida. Cada uno tiene una forma de ser, a él le pagan por correr y ganar. Es a lo que se ha dedicado. Diferente sería que ofreciera un mal trato o que, por ejemplo, escupiera ante las cámaras. Ha sido correcto y ha respondido con brevedad pero siempre con amabilidad. Y ha evitado meterse en fregados en sus declaraciones. Creo que no se le puede reprochar nada.

A más de uno le dolerá admitirlo, pero Primoz Roglic fue sin duda el más fuerte. Y además, sonríe y es simpático.

Valverde es un ciclista de varias épocas. Es difícil encontrar a un corredor que tenga un rendimiento tan alto durante tantos años seguidos y durante toda la temporada. Podría haber arriesgado algo más, pero es fácil hablar y pedir, yo entiendo que no es sencillo jugárselo todo cuando con 39 años puedes hacer el que tal vez sea un último podio en una gran vuelta. Y encima ganando una etapa. Llevaba una temporada algo más discreta, pero tras estas tres semanas da la sensación de que sigue siendo el de casi siempre.

Sobre Pogaçar, sin duda estamos ante la revelación de la carrera. Estamos en un año en el que estamos viendo la explosión de muchísimos ciclistas jovencísimos que apuntan a marcar y dominar una época. Tadej no ha querido quedarse atrás y ha corrido valiente y, sorprendentemente, sin venirse abajo en una tercera semana que se le podía haber hecho larga. Al contrario, el podio lo ha fraguado en la última etapa montañosa camino de Gredos. Lo mejor para él ha sido hacerlo todo sin ninguna presión, Matxin ya lo dejó claro en cada declaración que hacía sobre él.

Ni el propio corredor esloveno se acaba de creer todo lo logrado durante estas tres semanas de ensueño.

Con Miguel Ángel López tengo sentimientos encontrados. Por un lado y como he comentado, creo que tiene que gestionar esas emociones a flor de piel y saber que no le conviene ponerse delante de los micrófonos si sabe que no va a poder aguantar el soltar según qué declaraciones que resultan muy hirientes. En lo deportivo, me da la impresión que podría haber hecho cosas mejores de las que ha hecho. Ha sido el escalador más valiente y ofensivo, y parecía el gran favorito sin discusión, que nadie le podía seguir en cuanto atacara duramente en la alta montaña… hasta que llegó la caída de Andorra. Él le quitó importancia, pero desde ese momento ya no mostró la misma superioridad y creo que es justo decir que estaba listo para hacer algo mejor. Al final, y viéndolo todo en perspectiva, es un tipo que hasta ahora no ha tenido suerte. Lo mejor: que le quedan muchos años por delante de buenas piernas.

Me voy al otro Movistar para hablar de Quintana. Empezó como un tiro, ganando una etapa en un terreno que no era el suyo, y atacando casi a diario. Pero se fue desinflando progresivamente, culminando su desastre tras la contrarreloj de Pau. El podio estuvo a su alcance gracias a la fuga camino de Guadalajara, pero ni con ésas. Es innegable, eso sí, que siempre aporta en cada gran vuelta en la cual participa.

***

Paso a hablar de los momentazos que hemos visto este año, que creo que no han sido pocos y merece la pena contarlos. Por eso los he dejado para la parte final de mi escrito.

Las dos etapas de Fabio Jakobsen

Es cierto que es La Vuelta y no el Tour de Francia. Es cierto también que no hay tantos sprinters que participen en ella, pero también es justo decir que las oportunidades de ganar para ellos son más limitadas y el mérito se equilibra en gran medida. El joven corredor holandés del Deceuninck se ha llevado dos sprints de gran nivel ante un ya consolidado Sam Bennett, en gran parte porque tiene mejor tren de equipo y mejores lanzadores para colocarle, pero eso también cuenta y es parte del juego y en ningún caso le puede restar mérito alguno.

Sepp Kuss se gana a la afición en la cima del Acebo

El estadounidense nacido en Durango ganó la etapa viniendo desde la fuga del día. El mejor triunfo de su carrera hasta la fecha. Pero lo más especial fue que, lejos de celebrar la victoria en solitario, lo hizo chocando la mano de la multitud que le vio llegar en cabeza de carrera. Sonriente en meta y compartiendo de esta forma su victoria y su alegría, dejó una de las mejores imágenes de esta edición. Posteriormente, reconoció que para él es importante compartir su buen momento con la afición, y que la española le gusta por su carácter pasional. Ese día nos ganó a todos.

El americano Sepp Kuss comparte su alegría con la afición española.

El curioso triunfo de Ángel Madrazo

No logró llegar de lunares a Madrid, pero nadie le quitará su precioso y a la vez diferente triunfo en Javalambre. Iba acompañado en la fuga del día por su compañero Jetse Bol, y también por José Herrada. Atacó y se descolgó varias veces durante la ascensión, que parecía afrontarla con más corazón que fuerzas. Alcanzó de nuevo a Bol y Herrada en la parte final cuando ya parecía que no tenía nada que hacer y se llevó un increíble triunfo.

La emoción de Jesús Herrada

Al día siguiente del disgusto que se llevó José Herrada por no ganar la etapa ante Madrazo y Bol, Jesús Herrada logró un grandísimo triunfo en Ares del Maestrat, compensando así el dolor de su hermano mayor y firmando el gran triunfo que faltaba en su palmarés. Un triunfo para el equipo pero sobre todo un triunfo para el orgullo y el honor familiar. Como José el día anterior, él también lloró, pero sus lágrimas tenían un brillo diferente.

El meritorio triunfo de Fuglsang en el Alto de la Cubilla

El danés Jakob Fuglsang llevaba hasta el momento una temporada sobresaliente, rozando casi siempre el triunfo en primavera, rematando prestigiosas victorias en la monumental Lieja-Bastogne-Lieja y en la general del Dauphiné. El Tour se le cruzó desde el primer día debido a las caídas, abandonando finalmente. En la Vuelta no se le cayeron los anillos al declarar que venía a trabajar para un más preparado López, y cumplió con lo dicho. Para rematar, se llevó una grandísima etapa por territorio asturiano, arropado perfectamente por Luis León Sánchez, imponiéndose en una fuga de nivel ante gente como Hart o Brambilla. Al fin un triunfo en una gran vuelta, algo que tras una larga carrera profesional, aún le faltaba y se merecía tras un excelente año y también por haber trabajado con honestidad y honor para su líder en España.

El premiado sufrimiento de Mikel Iturria

Sin duda fue uno de los momentos más emocionantes que hemos podido ver. El vasco del equipo Euskadi-Murias atacó desde muy lejos en la etapa que llegaba a Urdax. Lo hizo porque así se lo pidieron desde el coche. En una fuga numerosa, pocas opciones hubiera tenido en un hipotético sprint, así que era necesario arriesgar. Decirlo es sencillo, luego hay que tener piernas. Aguantó y administró su ventaja, aprovechando también las dudas de los de detrás. Estuvieron a punto de cogerle, pero un último kilómetro de bajada le salvó la vida. Una victoria que todos deseábamos casi tanto como él, a quien le costó darse cuenta de lo logrado.

Aranburu y Barceló escoltan a Gilbert con honor

El belga Philippe Gilbert se llevó dos etapas este año, cosa que viniendo de él no sorprende, tan solo nos confirma que a sus 37 años, su decadencia deberá esperar un tiempo más. Los dos españoles se batieron el cobre y lograron ser los más fuertes del día a excepción del belga, y llegaron con toda la ilusión del mundo a Bilbao, de donde se llevarán la postal de aparecer en la llegada junto a un corredor que ya hace tiempo que se convirtió en leyenda.

Alex Aranburu y Fernando Barceló lo dieron todo, pero no les bastó para alcanzar a un Gilbert desatado.

Higuita sobrevive a los favoritos en la sierra madrileña

Este jovencísimo y prometedor colombiano del Education First fue el único superviviente de la fuga del día entrados en la tercera semana de carrera. Tras él llegaron los favoritos jugándose la carrera y las posiciones de honor, cosa que aún le da más mérito a su triunfo y a su enorme resistencia dada su mayúscula juventud, rodando 50 kilómetros en solitario.

Deceuninck es un gran equipo

La etapa entre Ávila y Toledo fue preciosa al margen de la polémica. El francés Rémi Cavagna se llevó el triunfo de etapa siendo el único integrante de la fuga que se le resistió al pelotón. Tuvo que sufrir lo indecible, ya que la fatiga era evidente tras tantos días de competición, y porque la llegada picaba hacia arriba y se hacía dura. Lo mejor, la imagen de todo el equipo abrazándose, las estrellas del equipo se alegran del triunfo de sus compañeros como si fueran propios, y a su vez estos trabajan en adelante con mayor satisfacción para sus líderes. La imagen ideal de lo que un equipo ciclista debería ser siempre. Más que hablar de un momento puntual, con este equipo hay que hablar de una imagen extendida durante las tres semanas de carrera.

***

Por supuesto, me he dejado detalles y momentos por el camino. Es difícil resumir tantos días de competición, así que de alguna forma he compartido mis opiniones personales y los momentos que han quedado grabados con más intensidad en mi mente.

La Vuelta a España, al igual que las emociones, tiene mejores y peores momentos, fases de bajón y otras de euforia. Todo ello nos puede conducir a criticar duramente la carrera un día, y al mismo tiempo a ensalzarla al siguiente. Son sensaciones que, al fin y al cabo, no acaban de ser realistas, se basan en días y momentos concretos y no reflejan ninguna globalidad ni tampoco una sensación firme y digerida.

Un momento de euforia en nuestras vidas no es reflejo de nuestra felicidad, no estamos así siempre, tan solo puntualmente. Un día de crisis personal no es sinónimo de depresión, porque se debe a algo en concreto y tampoco vamos a estar así para siempre. Al final, lo que debe reinar es ese sentimiento de templanza y de equilibrio. Y eso es lo que creo que ha sido esta Vuelta a España; un equilibrio entre los momentos emocionantes y los decepcionantes. Ese equilibrio que desemboca en templanza y que tan solo se puede analizar con honestidad y objetividad varios días después de su clausura, cuando todo se enfría y queda en calma.

El ciclista eterno y el dúo esloveno se despiden hasta próximo aviso.


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